Espejos de Agua: del saqueo de la delincuencia, al desafío de revalorarlo y darle la seguridad que nunca tuvo

Una de las áreas naturales más atrayentes de Villa Mercedes es un embalse al que llaman “Espejos de Agua”. Nada más ni nada menos que una playa al costado del Río Quinto, con una pasarela, con palmeras, sombrillas y arena. Sin embargo el propósito de su existencia se quedó en el camino, porque a lo largo de sus 8 años de vida, los dos períodos que gobernó Alberto Rodríguez Saá, hicieron poco y nada.

Durante la pandemia los delincuentes se metieron y lo tomaron como asalto. Con el paso de los años lo fueron dejando sin nada. Por ejemplo, en el módulo 1 arrasaron con los baños, los desmantelaron y hoy es solo una estructura que sirve para el resguardo del personal. Los empleados, que son 255, no tuvieron nunca una dependencia donde poder estar cómodos y mucho menos cubrirse ante las inclemencias del tiempo.

Por eso donde antes estaban los lavamanos, ahora sirve de desayunador improvisado, y algunos sectores también se ocupan como depósitos. “Eso lo vamos a revertir. Para que las condiciones de trabajo sean mejores, y para que los visitantes tengan cada vez mejores servicios. Tampoco existe una administración”, comentó el director de los Espejos de Agua, Víctor Sosa en declaraciones a El Chorrillero.

El sistema de iluminación de las diferentes áreas públicas no funciona porque se robaron los cables. Por esto darle seguridad está escrito ahora en la lista de las prioridades. "Veremos si gestionamos la instalación de los nodos policiales", comentó.

La obra fue un proyecto de Claudio Poggi cuando gobernó la provincia entre 2011 y 2015. Lo inauguró Rodríguez Saá en la temporada del 2016, y en el primer día de su apertura se ahogó un joven.

El predio está conectado con el parque del Lago. Colinda con la parte trasera del barrio Güemes, y es para los vecinos el patio de la casa porque no está cercado con alambre. En plena mañana se pueden ver animales pastando.

“Sabemos que siempre hubo presupuesto para este lugar, pero nadie lo sabía. Ahora tenemos que definir algunas cuestiones con la secretaría de Turismo y San Luis Agua. Hacen falta dependencias, y un dragado para que el agua se pueda limpiar con más rapidez. Vamos a ponerlo en valor”, aseguró Sosa.

“Me lo encontré en estado de casi abandonado, por cómo estaban las instalaciones. Con pocas herramientas, pero con gente que tiene un gran sentido de pertenencia. Estuvieron trabajando como en una parcela, totalmente a la intemperie, de manera precaria”, agregó.

“Los espejos” funcionaron siempre “con un mínimo de insumos”, que el Gobierno daba por mes, (elementos de limpieza), y también herramientas. Debían retirarlos en San Luis pero no tenían movilidad. Lo mismo con las plantas. Si querían plantar árboles debían hacer el viaje hasta la capital. Así se entiende por qué no hay sombras.

Cuando muchas de las sombrillas de paja se rompieron, inclusive en una jornada algunas se prendieron fuego por un viento fuerte y repentino que cubrió la cuidad, no fueron reemplazadas con el mismo material, sino con una simple media sombra (de variados colores). Llegaron al nuevo verano con las secuelas de las últimas tormentas: rotas.

Con el día de Navidad la temporada arrancó con una gran concurrencia. Hay un equipo de 8 guardavidas y emprendimientos privados, entre ellos la posibilidad de andar en kajak y disfrutar de licuados.

Por fin de semana llegan entre 5 y 7 mil personas. “Es de entrada libre y gratuita, y eso en el contexto socioeconómico que se vive, es muy importante para las familias. Queremos mantener esa accesibilidad, y que los mercedinos se vuelquen a este lugar. La gestión anterior le dio la espalda y eso significó que muchos de los ciudadanos no conozcan este, que es uno de los lugares más lindos de la ciudad”, sostuvo el funcionario.

Fotos: Nahuel Sánchez